Landa es un hombre alcohólico que recorre a pie carreteras, sin un rumbo. Su última borrachera lo ha hecho caer inconsciente a un costado del camino y despertar en medio de un circo en decadencia. La extraña aventura parece un sueño: malabaristas, leones y payasos conforman su nuevo entorno. Sin embargo, lo más fantástico es que en este lugar todos están tan a la deriva como él. Así se conforma una familia de errantes, soñadores y esperanzados.
La clave de esta puesta en escena radica en indagar en el asombro a partir de lo simple: el reflejo de una vida a la deriva luego de haber visto, sentido y perdido el amor. “La desesperación ante el sentido efímero de las cosas. Es una obra muy existencialista pues Heiremans la escribió prácticamente agonizando y por eso tiene tanta lucidez, y desesperación al mismo tiempo. Es un delirio agonizante, que en su época –los años 60’- requería ser representada de manera mucho más realista y que nosotros nos estamos dando la licencia de extrañar, de permitir que el espectador entre de modo más sensorial y alucinógeno al viaje de su protagonista”, cuenta el director Tomás Espinosa.
Dramaturgia: Luis Alberto Heiremans | Dirección: Tomás Espinosa Bertrán | Elenco: David Gaete, Barbara Vera, Coca, Miranda, Elisa Vallejos, Eugenio "Kone" Morales, Valentina Torrealba, Diseño escenográfico e iluminación, Rocío Hernández, Diseño de vestuario, Carola Chacón Zuloaga | Diseño sonoro: Alejandro Miranda | Diseño Gráfico: Javier Pañella | Encarga de prensa: Claudia Palominos | Community Manager: Camila Ugalde | Producción: Camila Provoste Cid | Fotografía: Lorena Ormeño | Asistentes: Iván Véliz y Marcela Palma




















